Òpera de Butxaca: el reto de la nueva creación catalana

Entrevistas 05.05.2022

La aventura comenzó en el humilde y querido Teatro Malic, con sólo sesenta personas, en 1993. Fue allí donde la semilla comenzó a florecer en forma de festival, el Festival Òpera de Butxaca, cuyo objetivo era acercar las pequeñas producciones al público en un ambiente de proximidad. Pero después de más de 25 años de actividad y de muchas "bellas criaturas" llevadas a escena, tras una reconversión como entidad cultural, Òpera de Butxaca i Nova Creació (OBNC) mantiene su espíritu creativo, su reto artístico: la dignidad del oficio, la producción y creación de ópera contemporánea de calidad. Creando asociaciones, con la convicción de fortalecer la unión de las artes escénicas y la música, la OBNC ha promovido más de 30 nuevas óperas y 76 obras musicales. Hoy, su labor persiste .

Hablamos con su director, Dietrich Grosse, y con el director artístico Marc Rosich.

Dietrich, naces en Alemania y fuiste bailarín e intérprete en numerosas obras. Llegas a Barcelona en 1979. ¿Fue algo premeditado?
DG: No, llegué por casualidad. Había estudiado con Jaques Lecoq en París y conocí a Angela Pasky y Pawel Rouba, que eran dos profesores polacos muy conocidos y reconocidos. En Roma, un verano, Angela Pasky me dijo que había un nuevo departamento de mimo y teatro físico en el Institut del Teatre y me dije, voy a visitar Barcelona, antes de regresar a París, a ver qué tal. Y al llegar aquí, después de dos semanas, un amigo mimo me aconsejó clases de danza contemporánea. Era una gran momento para el teatro corporal, de la expresión a través del cuerpo. Y así empecé. Estudiaba mimo por la mañana y danza contemporánea por la tarde. No venia con la idea de quedarme, pero me sentí acogido.

Además, era un momento de mucha actividad cultural en Barcelona.
DG: Sí, fue cuatro años después de la muerte de Franco y la escena cultural era fascinante. Había mucha energía y todo era muy auténtico, nada estaba canalizado. Ahora todo parece más reglamentado. Sin embargo, antes existía una anarquía artística de enorme fuerza vital. Recuerdo que en el departamento de mimo todos éramos de diez países diferentes. Hoy en día, eso ya no es así.

Marc, yu eres dramaturgo, pero te formaste en periodismo y traducción.
MR: Tengo un perfil un poco "esquizofrénico" (risas). No estudié teatro, pero siempre estuve dentro de ese mundo; por ejemplo, hacia teatro amateur. Cuando llegué a la Sala Becket, me di cuenta de que era dramaturgo. Allí conocimos a una generación de dramaturgos que ya empezaban a escribir obras para el Teatro Málico. Digo que soy "esquizofrénico" porque soy muy curioso y me gusta hacer todo tipo de teatro, del teatro para niños hasta musicales de formato grande, teatro de texto, ópera, adaptaciones de novelas, etc. Lo qué si me ha pasado es que siempre lo he relacionado con la música. Me encanta el teatro, pero cuando además incluye el canto en el escenario, me embruja y fascina. Ademas, cuando he trabajado con mis maestros Xavier Albertí y Calixto Bieito, siempre ha sido con música, y quizá por eso concibo proyectos con compositores.

¿Y cómo os encontráis los dos? ¿Cómo empezó vuestra relación?
MR: Me incorporé a laOBNC cuando todavía era un festival, porque proponía espectáculos; por ejemplo, intermezzos barrocos que me interesaban. Y entonces me empezaron a emparejar con Agustí Charles, y luego con otros compositores para crear óperas, que tanto me apasionan. Además, Toni Rumbau, que era el director artístico del festival en ese momento, dejó el Festival de Òpera Butxaca, y como me vio tan entusiasmado, me propuso que nos asociamos con Dietrich y que juntos sacáramos adelante el proyecto.

Así fue el inicio....
DG: Sí, así fue. Yo me fui a Berlín a formarme como gestor cultural y cuando regresé, Rumbau dejaba el Teatro Malic, pero me dijo que deseaba que el Festival Òpera de Butxaca siguiera. Por otro lado, Luis Polanco, que entonces era el vice-director y director artístico del Festival de Peralada, me propuso colaborar en la ópera.

Es decir, a pesar de que venias del mundo de la escena, te incorporaste al mundo de la música.
DG: Sí, yo era bailarín, pero es un mundo lleno de música; de hecho, la encargábamos. La danza es un arte escénico que se basa en la música o en una parte intrínseca de ella. Además, en esa época tuve una experiencia clave.

¿Cuál?
DG: Ver la ópera de marionetas "Eurídice y los títeres" de Caronte, con música de Joan Albert Amargós y libreto de Toni Rumbau. Por cierto, una ópera que volverá a representarse en Italia.
MR: Fue una de las primeras óperas con la ambición de crear un repertorio que el Festival Òpera de Butxaca producía. Hasta entonces, el festival de Òpera de Butxaca había tenido una forma más doméstco; pero cuando la era del teatro Malic llegó a su fin, el festival se abrió a escenarios de toda la ciudad con piezas de un formato un poco más grande. Además, con tu presencia, Dietrich, el festival se abrió a nivel internacional, con invitados de fuera.
DG: A mi me emocionó, me dejó anonadado.

Imagino que la colaboración con el festival de Peralada fue fructífera.
DG: Sí, porque me permitió involucrarme en las giras de grandes obras, lo qué me facilitó comprender mejor el mecanismo de formatos más grande. Además, conocí a algunas personas importantes del mundo de la ópera que después me ayudaron a establecerme. Sin complicidad, no se puede trabajar.
MR: Exactamente, forjamos una red que ha permitido que muchas producciones locales que podían limitarse a ser representada a Barcelona, pudieran llegar a un público más amplio y encuentrar socios de fuera que apostaran por artistas que, por tristemente, no reciben suficiente apoyo.

Marc, tú también eres traductor. Debe ser muy complejo la adaptación de una novela al teatro.
MR: Sí, se trata de transformar unos materiales dados para sacar su esencia teatral. Con Calixto Bieito, hemos adaptado "Plateforme" de Michel Houellebecq o "Tirant Lo Blanc" de Joanot Martorell. Imagínaté lo que debe ser convertir estas novelas en una obra de teatro. De hecho, uno de las últimas obras nuestras es una adaptación de 'Tirant Lo Blanc' en ópera de cámara, que pudo verse en el Liceo y en Peralada y que ahora estrenaremos en el Teatro Real.

Y con Òpera de Butxaca, ¿se propusiste algún reto?
MR: Sí, me exigí que las obras no fueran sólo música, sino música y teatro a la vez, para contemplar cómo viven las dos artes y poder casar a los dramaturgos y directores con los compositores, deseando que se toquen y se mezclen ambos; espectáculos que funcionen con potentia musical, pero pensados para la escena. Es decir, una creacion realmente multi-disci-pli-nar; que la ópera no se limite a una invención del compositor, sino que se confie en los profesionales de las artes escénicas para que se extraigo todo el potencial de la música puesta en el escena. Este es uno de nuestros retos.
DG: Es que Marc es un animal escénico. Y desde el principio creaba puestas en escenas fantásticas, como un montaje con canciones de Mahler, otra con piezas de Alma Mahler o una disección del cadáver de Don Giovanni con marionetas en la Real Academia de Medicina. Marc tiene ese espíritu de trabajar en equipo y fue maravilloso encontrarnos.  

Me tienes intrigado. ¿Qué sucedió?
DG: La cultura catalana fue invitada a la Feria de Frankfurt en 2007. Yo hablé con Xavier Albertí, que era el director del Institut Ramón Llull, y le propuse montar algo de ópera, que tiene texto, lo cual se justificaba porque formaba parte de las obras literarias de la Feria de Frankfurt. Y el me respondió que si encontraba un teatro, lo concretaríamos. Hablé con John Dew, director artístico del Staatstheater de Darmstadt, y le pareció una idea excelente colaborar con la Feria del Libro. Llebamos cuatro óperas, una de las cuales la coprodujeron con nosotros.
MR: Eso es. Fue el primer emparejamiento entre Agustí Charles y yo, con la ópera La Cuzzoni.
DG: Y esa fue la experiencia clave: de repente había ópera en catalán en el extranjero. Nos obligaba a creer, porque antes prácticamente no existía ópera en catalán fuera de Barcelona. Fue el momento en el que decidimos creer, dado que la acogida fue excelente. Y nos lo creímos.

Y entonces, en 2008, llegó la crisis.
MR: Sí, y el festival Òpera de Butxaca, que había crecido y encontrado aliados internacionales, de repente tuvo que ser desmantelado.
DG: Cambiaron las reglas de juego.
MR: Tocamos el techo y no pudamos crecer más. Cerramos la paradita. Sin embargo, los contactos internacionales que habíamos sembrado empezaron a dar su fruto.

¿Fue el momento de la reconversión?
MR: Sí, sacrificamos el Festival y nos convertimos, dedicándonos a la nueva creación, con la intención de promover una o dos producciones al año que escucharan y acogieran las nuevas voces del país. Es lo que nos llevó a trabajar con Agustí Charles, Joan Magrané y Raquel García-Tomas, entre otros.

Agustí Charles es uno de los grandes nombres de la OBNC. ¿Cómo empezó esta relación?
MR: Fue en 2007, cuando buscábamos compositores interesados en la ópera. Fue uno de los primeros en postularse para crear una ópera. Además, gracias a él, también conocimos a muchos de sus alumnos de la Escola Superior de Música de Catalunya. De hecho, fue una época donde, por decirlo de algún modo, había un desierto de la disciplina.
DG: Lo que ha sucedido es que que cada vez más y más personas se lo han ido creyendo, y claro, nosotro hemos ido adquirido más y más calidad. Ha constado que el país creyera en la fuerza de estos creadores, en este tesoro oculto de artistas; sin embargo, por fin lo ha creidó.

Sí, es cierto. La OBNC ha obtenido varios premios que lo corroboran. Pienso en la ópera de Raquel García-Tomás 'Je suis narcissiste', ganadora del Premio Alicia 2019 o nominada a los Internacional Opera Awards 2020; también la atención que está recibiendo Joan Magrané, que hace ya diez años recibió el Premio Reina Sofía de composición y es actual compositor residente del Auditori. Sin embargo, ¿por qué ha costado tanto reconocer ese talento oculto al que tú, Dietrich, aludías antes? Y Marc: ¿tu también cómo lo ves?
DG: Es que estamos en un país que no cree mucho en ello.
MR: Sí, sin poco autoestima para con los creadores autóctonos. Además, a eso se suma la consibida desconfianza en la música contemporánea.
DG: Sólo con los encargos esporadicos de ópera en gran formato que puede hacer el Liceo, un compositor no puede trazar un camino, un recorrido en este género. Escribir una ópera es una empresa extremadamente compleja. Antes de hacer una ópera a gran escala, es saludable que los compositores puedan foguearse, se pongan a prueba, en piezas más controlables, en pequeño y mediano formato.

Marc, ¿tú qué opinas?
MR: Hay muchos conditionantes que debes dominar, mucho trabajo colaborativo. Una de nuestras intenciones es ofrecer un banco de prueba para quien estuviera interesado en crear óperas de pequeño formato.

¿Intentando buscar esa proximidad de la que habeís hecho gala?
MR: Sí, porque la ópera no debe existir sólo en un plantea; al igual que existe el teatro en pequeños formatos. Pienso, por ejemplo, en"Sis Solos Soles", un proyecto que presentamos en espacios no convencionales del Liceo y que constaba en seis monodramas, seis piezas breves de seis compositores emparejados con diversos libretistas. En este tipo de piezas puede poner a prueba nuevas voces y que tanto compositores, directores musicales y de escena así como el resto del equipo artístico se encuentren por primera vez ante el trabajo colaborative que supone una puesta en escena. Por ejemplo, funcionamos con las piezas colaborativas "Displace" o "Dido Reloaded", que sirvieron de banco de pruebas para Joan Magrané y Raquel García-Tomás antes de pasar a sus piezas más importantes: "Diàlegs de Tirant e Carmesina" de Joan o "Je suis narcissiste" de Raquel.
DG: Por cierto, Raquel García-Tomás estrenará una nueva obra la próxima temporada en el Liceu, en el auditorio principal, lo que nos llena de orgullo.
MR: Y satisfacción.
DG: ¡Y es la segunda mujer que estrena en el Liceo en 175 años!

Es un éxito...
DG: Por otra parte, mientras Raquel García-Tomás creaba "Je suis narcissiste", organizamos unas jornadas sobre obras femininas y presencia de las mujeres en el mundo de la ópera, generando un debate intenso.

Imagino que todas estas iniciativas fructifican y nutren el panorama de la ópera ...
DG: Sí, por ejemplo, poco a poco los cantantes encuentran estimulante trabajar con OBNC. Además, surgen los criticos que remiten à los cantantes, muchos de los cuales, a pesar de poseer un gran talento, no son suficientemente reconocidos porque interpretan obras del repertorio ya sobradamente conocidas .
MR: Sí, hay intérpretes e instrumentistas que apuestan por la ópera, con amor y riesgo. Pienso, por ejemplo, en "Andrómeda encadenada", protagonizada por la cantante María Hinojosa. El estreno fue maravilloso, impactante.

Hay una criatura extraña en vuestras producciones. Habladme de "Ocaña, la reina de las Ramblas".
MR: Sí, es un extraño hijo nuestro. En la Neukollner Oper de Berlín nos pidieron algo de repertorio español, pero no nos veíamos haciendo zarzuela, así que pensamos en escribir un espectáculo musical alrededor de la copla. Y de ahí sugió. Una vez estrenado en Berlín, en alemán, pensamos que tenía sentido también montar una nueva producción en Barcelona y en español.

Ocaña es un icono de la Barcelona transgresora, una figura querida.
DG: Sí, de esa época que hablábamos al principio.
MR: Es una obra que nos dio muchas alegrías. Ganó el Premio de la Crítica al mejor musical y al mejor Intérprete, Joan Vázquez. No podíamos imaginar a nadie mejor para encarnar el icono de las Ramblas.
DG: A mi me encanta. No nos cerramos a nada. Nunca.

Si, miraís atrás, después de estos años recorridos, con una reconversión de por medio, ¿qué ha sido más difícil, empezar o mantenerse?
MR: Yo diría que resistir. Nuestra supervivencia tiene un punto de heroicidad porque remamos a contracorriente. Cada vez que empezamos un proyecto, a menudo no sabemos todavía cómo lo podremos sufragar, pero siempre acabamos encontrando las vias.

¿Dietrich?
DG: Cuando yo empecé en el proyecto, el ayuntamiento de entonces creyó en nosotros y nos dieron un mínimo de apoyo, y además, entonces, el público recordaba con cariño los inicios del proyecto en el Teatro Malic. En 2007 trabajamos muchísimo para lograr una primera excelencia, y esto es lo que finalmente nos ha permitido mantener nuestra posición, una excelencia que nos ha permitido dialogar con los grandes protagonistas del panorama lírico del país, como el Liceu, el Festival de Peralada, el Teatro Nacional de Cataluña, el Teatre Lliure y el Teatro Real.

Para terminar, me gustaría preguntaros por la raíz de todo: ¿qué tiene la ópera que os fascina?
MR: La ópera es una festín baquico, desde su nacimiento. Y en su esencia, hay algo de bacanal, de misa pagana; de hecho, prohibían los óperas. Es una música pagana y dionisíaca y cuando te muerde, ya no puedes escapar.
DG: Lo hermoso de la ópera es que de repente tienes un relato, cuentas alog. Y también lo que decía antes Marc, la relación del equipo, que te envuelve y te permite comunicarte con los otros. Todo adquiere sentido.
MR: Sí, estoy de acuerdo. No concebimos la ópera solo como una partitura fría, como una experimento mental del compositor; sino que impulsamos a nuestros creadores a incorporar la piel, la sangre, la carne, el cuerpo; casando música y el teatro, queriendo que la parte más mental y abstracta de la música encuentre con el lado más físico del teatro. 

Entrevista realizada por Txema Seglers

Próximamente:"Andrómeda encadenada" los días 21 y 22 de octubre de 2022 en el Staatstheater Darmstadt en el marco de la Feria del Libro de Fráncfort 

Fotos © Javier del Real
Fotos © Roland Olbeter
Fotos © Antoni Bofill
Fotos © Isaias Fanlo

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