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Nicolas Cante, con la diversidad de sus influencias e inspiraciones, es un puro producto de nuestro tiempo. Formado en la escuela de jazz del Conservatorio de Aix-en-Provence, ha abierto sus oídos y su piano a muchas otras estéticas: rock, noise, música experimental y techno. Fue en las fiestas libres de los 90 donde probablemente experimentó sus mayores emociones juveniles, cuando, ya en el poder de los decibelios, soñaba con los pies en el barro y la cabeza en las estrellas del universo musical pitagórico. Lo ha aprovechado al máximo, y el hecho de que este álbum sea enteramente Do it Yourself, desde la composición hasta la producción, no es ninguna casualidad.
Improvisium es su proyecto experimental para piano acústico preparado electrónicamente. Tras un primer álbum de gran éxito, ha tardado casi diez años en publicar su segunda obra. Este álbum es diferente. Menos radical, refleja la evolución de la personalidad del pianista/compositor, al tiempo que incorpora la estética que le ha dado forma de un modo más sosegado. Después de esta década, el álbum ya no está cargado de títulos evocadores o descriptivos: todos los temas se titulan lacónicamente con la abreviatura "IV2" seguida de la clave general ("IV2Abm", "IV2Am", "IV2Eb"...). Sin embargo, la abstracción reivindicada por el músico, interesado por la acústica, la vibración y la fisicidad de los sonidos, no impide la expresión de un amplio abanico de sensibilidades, desplegadas de un extremo a otro del CD.
Mientras que "IV2Abm" (1) inicia el disco en una vena modal decididamente oriental, "IV2Am" (2) prosigue con una inquietante arquitectura repetitiva, que recuerda a Philip Glass encontrándose con una caja de ritmos por el camino. Las armonías ensoñadoras de "IV2Eb" (3), seguidas de la caótica "IV2Fr2" (4), dan paso a una pieza bailable, marcial y sarcástica: "IV2Cm" (5), un scherzo grand-guignol, bullicioso y juguetón, con grooves bien definidos. Luego, tras el éxtasis de "IV2Ab" (6), donde las cuerdas del piano zumban, resuenan, crujen y vibran de mil maneras en un espacio-tiempo suspendido, la nostalgia estilizada de "IV2Dm" (7), el ruido de "IV2Fr1" (8) y el nuevo edificio repetitivo de "IV2Em" (9), los arabescos modales y melancólicos de "IV2C7" (10) cierran el círculo del disco en un cuasi palíndromo estilístico.
Entre el trance de una fiesta rave en pleno apogeo, la mugre de un club de jazz en los últimos fuegos de la noche y el piano bar solitario poblando las conversaciones de los invitados en un fondo nostálgico, los sonidos del piano extendido son todos bellos sin distinción, ya sean electrónicos o acústicos, y las atmósferas están cinceladas con esmero. Este es el disco de un músico que ha entrado en la edad de la madurez.
Guillaume Kosmicki
