Impresiones del Carnaval

Vista desde otro lugar 18.02.2023

Tal día como hoy de febrero de 2023, Bastien Gallet se encuentra en Río de Janeiro y el carnaval, a pocos días de su inauguración oficial, ya ha invadido la ciudad brasileña. Originaria de Portugal, esta fiesta que anuncia el comienzo de la Cuaresma reúne cada año a más de 50.000 personas para ver desfilar a las escuelas de samba en el Sambódromo y acompañar a los blocos callejeros que bailan y cantan por la ciudad. Aunque su forma actual se remonta a los años 30, el Carnaval ha heredado tradiciones mucho más antiguas -africanas, europeas y amerindias-, a partir de las cuales ha logrado una síntesis deslumbrante. 

Este domingo por la mañana, en la rue du Jardin Botanique, el ruido de Río ha enmudecido. Algunos vecinos pasean a sus perros. Los coches circulan por otra parte, desviados al borde de la calle por la policía municipal. Sin embargo, sólo hay que caminar un poco para ver las primeras señales. Un grupo de cariocas disfrazados, un rumor a lo lejos compuesto de bajos, redobles y voces saturadas. El ambiente acaba de cambiar. Doscientos metros más allá del Jardín Botánico, distinguimos el camión desde cuyo techo los cantantes, maestros de ceremonia y primera batería se dirigen a la ya densa multitud. Cuanto más nos acercamos, más sentimos la omnipresencia del bloco callejero. Pronto todos los demás sonidos han desaparecido, cubiertos por la masa de su percusión: tambores(surdos y repiniques), redoblantes, panderetas, chocalhos (platillos pequeños), agogôs (campanas de dos tonos) y cuicas (tambores de tallo). Su nombre es Suvaco de Cristo, las axilas de Cristo. La expresión debe tomarse al pie de la letra: si levanta la vista desde la calle del Jardín Botánico, verá la estatua del Cristo Redentor, emblema de Río, en lo alto del Corcovado. El bloco se desplaza bajo sus axilas, lo que tiene un doble significado: Si se le ven las axilas, es porque ha extendido los brazos y desfilamos bajo susalas. Una famosa marcha, que se canta en todos los Carnavales, pide que seabran para quien quiera pasar(Ó abre alas / Que eu quero passar)*, para entrar en el baile y la fiesta o para morir.

¡Este domingo 12 de febrero, cinco días antes de la apertura oficial del Carnaval, las calles de Río son propiedad de Suvaco de Cristo, Cordão do Boitatá, Carrossel de Emoções(Carrusel deemociones), Tambores de Olokun, Acorda e Vem Brincar(Despierta yjuega), Vai Tomar no Grajaú, Fogo e Paixão(Fuego y pasión), Tá Pirando, Pirado, Pirou!(un bloque creado y compuesto en parte por pacientes del hospital psiquiátrico Philippe Pinel), etc, por citar sólo algunos. En Río hay más de doscientos cincuenta blocos callejeros de unas setenta escuelas de samba. Éstas desfilan por la calle de doble nivel del Sambódromo Marquês de Sapucaí, monumento concebido en los años 80 por el Gobernador de Río y diseñado por Oscar Niemeyer para hacer del Carnaval a la vez el espectáculo y el escaparate de la ciudad y de Brasil. Cada año, las escuelas rivalizan en arte y virtuosismo para ganar el prestigioso concurso Samba de Erendo, que puede traducirse como samba temática o narrativa. La composición de esta narrativa musical y el espectáculo que la acompaña es el trabajo de todo un año, que culmina a finales de febrero en el callejón del sambódromo.

Los blocos callejeros desfilan por la ciudad, sin más público que los que se unen a la procesión, pero también sin más limitaciones que marchar al ritmo de la música. Sin embargo, el espectáculo de las escuelas de samba no puede contraponerse a la libertad de los blocos. Aunque la construcción del sambódromo fue sin duda una forma de normalizar la práctica del carnaval por parte de las autoridades políticas, esto nunca ha impedido que las escuelas, que tienen su sede en los barrios populares de Río y están formadas principalmente por afrobrasileños, politicen su enredo. En 2019, Mangueira ganó el concurso con una samba que celebra la historia de los silenciados por el Estado brasileño o sus milicias, desde Luìsa Mahin a Dandara dos Santos y Marielle Franco (asesinadas en 2017 y 2018), una canción que se ha convertido en uno de los himnos del Carnaval**.

Llegué a Río el 5 de febrero para participar en un bloco callejero, Panamérica Transatlântica, nacido en 2019 como reacción a la elección de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil e iniciativa de la artista chilena Viviana Méndez y del cineasta y poeta brasileño Dado Amaral. Un bloco panamericano y transatlántico, formado por brasileños, franceses, chilenos, argentinos, españoles, etc., una comunidad extraña y dispar unida por un proyecto y un deseo. Han pasado tres años desde que marchamos y unos meses desde que Bolsonaro llegó al poder. El 20 de febrero partiremos de la Praça de Harmonia, en el centro de Río, de donde volveremos, si todo va bien, unas horas más tarde. 

He dicho que nos unió "un proyecto y un deseo", pero es cierto que en 2019 mi deseo era bastante vago, pues no sabía nada del Carnaval. Tuvimos que construir colectivamente este deseo, convertirlo en un proyecto compartido y trilingüe. Sobre todo, nos dimos cuenta de que el Carnaval era un anuncio extraño y muy potente del deseo, en el sentido de que consiste en hacer público lo que el orden social tiende a ocultar o prohibir: los cuerpos y su piel, sus bailes, su tacto, sus besos, etc. Es lo que podríamos llamar un arreglo, en el sentido oblicuo de que un bloco sólo funciona disponiendo todos estos elementos juntos y poniéndolos en movimiento. Porque un bloco, sea oficial o no, sambódromo o bloco de calle, quiere avanzar, y al avanzar se apropia de aquello que no puede poseer: la ciudad.

I

ienes que haber seguido el Cordão do Boi Tolo desde el centro de Río hasta la playa de Lemme, pasando por todos los barrios del sur, desde Lapa hasta Flamengo, hasta el túnel de carretera que une Botafogo con la línea de playas, que el bloco bloquea alegremente durante horas antes de volver a extenderse interminablemente desde Lemme hasta Copacabana, para comprender la singular fuerza de estos miles de cuerpos que no hacen más que caminar mientras bailan y bailar mientras cantan.

Bastien Gallet 

* Marchinha compuesta y escrita en 1899 por el compositor y músico brasileño Chiquinha Gonzaga. Las alas de la primera estrofa se refieren a las secciones de bailarines y músicos que encabezan el desfile, que aquí se abren para dejar pasar al narrador.
** Histórias paraadormecer a Gente Grande". El tercer verso dice explícitamente qué historia pretende contar esta samba, que obviamente no es la oficial.





"Brasil, meu nego Deixa eu te contar A história que a história não conta O avesso do mesmo lugar Na luta é que a gente se encontra" "



Brasil, mi corazón Deja que te cuente La historia que la historia no cuenta El otro lado del mismo país Es en la lucha donde nos encontramos " 

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