El pasado 15 de diciembre, L'Auditori acogió dos estrenos mundiales de clara inspiración literaria, encargos ambos de Barcelona Creació Sonora : Ariel (2022) de Montserrat Lladó y Restos de Puentede José Mora. Cerró el repertorio de la velada, la pieza, Machaut-Architekturen (2003-2005), del reconocido compositor español José María Sánchez-Verdú, y la nueva versión para seis percusionistas de Dust III (2018-2021), de la británica Rebecca Saunders, una de las compositoras más destacadas de su generación.
Nada más entrar en la Sala 2 Oriol Martorell delAuditori, minutos antes del concierto, capta la atención la disposición dócil de los instrumentos, apenas alumbrados por los claroscuros del escenario. Ante el respetuoso murmullo del público, que ya se intriga con posibles imaginarios melódicos, esos instrumentos parecen animales dormidos dispuestos a ser pulsados en el instante preciso. Y la ecuación es sencilla: metal y cuerdas, madera y percusión. Y así, cuando las luces se apagan, se conjura el embrujo sonoro.
En equilibrio precario con el silencio, como partículas esparcidas en el espacio, poco a poco las notas fragmentadas se congregan a nuestro alrededor, imantadas en el vacío por la gravitación estética que yace en la obra de José Mora. De hecho, el estreno mundial de Restos de Puente, obra que consta de treinta y cinco capítulos/versos más un epílogo final, fue desplegándose como sinuoso recorrido por un paisaje en ruinas, apenas delimitado, de imprecisos y vagos contornos. Ese discurso fue presentándose como metáfora de una supervivencia precaria, sometida irremediablemente al paso del tiempo, al deterioro, a la ruina. Así lo refleja no sólo en el título de la obra de José Mora, sino los textos que se colocaron en las partituras de los músicos, con versos que se rezaban: "Restos de puente delatan el fracaso de la comunicación. Piezas cuya existencia implica pérdida. Fragmentos sólo explicados por pasado ajeno. Todo un imaginario de la pérdida, evocado sutilmente por unos músicos que captaron esa sobriedad plagada de huecos y rugozidades, trazando un discurso que no concedió nada a la retórica tradicional, alejado de un concepto de belleza; una estética, en fin, que huye del límite del pulso, del tiempo y del ritmo. La obra de José Mora se presentó impalpable, como arena escurriéndose entre los dedos, pero que hechizaba por la exploración hipnótica del desprendimiento.
La velada continuó con Machaut-Architekturen (2003-2005) de Sánchez-Verdú, y abandonamos el paisaje arenoso que nos ofrecía Mora para adentrarnos en un paisaje de gran solidez estructural, pues la pieza de Sánchez-Verdú es una pieza sólidamente dibujada, lo que confiere a la tímbrica una especial significación. Mientras que Machaut-Architekturen (2003-2005) consta de cinco piezas (o movimientos), Crossing Lines y Sánchez-Verdú han elegido para este concierto las piezas III, IV y V. Aunque estas piezas fueron concebidas originalmente como interludios entre las cinco partes de la Misa de Nuestra Señora del canónigo Guillem Machaut -una de las obras maestras de la música medieval, la primera misa completa conservada antes de 1365-, la selección elegida fue suficiente para que el público pudiera apreciar el temperamento y el sentido musical de Sanchéz-Verdú, su discreción en el uso de la métrica y su precisión métrica. Todo ello desplegado en un entramado de diferentes capas, un discurso polifónico rico en matices y texturas entre la tradición y la modernidad. De hecho, con esta sincera voluntad expresiva de comunicarse con la tradición, el compositor español no sólo se enraíza en ella, sino que la amplía, la nutre y la enriquece.
Rebecca Saunders y Montserrat Lladó abrieron la segunda parte del concierto.
Aunque ambas compositoras son de distintas generaciones, las dos se inspiran en la palabra literaria para alimentar su sensibilidad artística; con una predisposición casi innata a tejer atmósferas oscuras de trazados tímbricos microscópicos y frágiles.
La primera obra Dust III (2008-2021) deriva de Dust (2018), una pieza en solista de Saunders que culminó un proceso de casi quince años de investigación sonora.
Sin embargo, como si esa exploración constante fuera la razón artística de la compositora británica, para este concierto, Rebecca Saunders nos ha ofrecido Dust III , una nueva versión del original, pero adaptada para seis percusionistas, del conjunto Frames Percussion, repartidos en diferentes espacios. La pieza respiró a través de ocho módulos independientes pero a la vez combinables entre sí, ejemplificando una narrativa atenta a la microtonalidad y, a su vez, a las frecuencias graves; interesada en el descubrimiento de sonidos originales, de nueva tesitura, procediendo mediante por combinación de elementos o el uso de objetos no convencionales; o incluso por la creación de inauditos artilugios sonoros. Toda esa sonoridad desplegada ante nosotros bien podría recordar la tesitura del barro, esta mezcla de agua y tierra, permitiéndonos comprender con los sentidos que lo fragmentado -en este caso el polvo (Dust)- remite siempre a una unidad mayor.
Mientras queDust III se inspira en la obra de Samuel Beckett, Ariel (2022), de Monsterrat Lladó, hunde sus raíces en el poema homónimo de Sylvia Plath. La obra de la compositora española ortogó a la ultima parte del concierto un aire de procesión tímbrica, en el que el cuarteto de cuerda Cosmos Quartet y el cuarteto de timbales sonaron precisos y sutiles, envueltos ambos en una membrana electrónica a modo de sintetizador, transitando por amplificaciones del sonido y dilataciones del tiempo que ofreciero a la obra de Lladó un cierto cariz ritual litúrgico, de ritual iniciático.
Txema Seglers
Reportaje fotográfico Montserrat Lladó © Natalia Franco Foto © Elvira Megías/CNDM Foto © Miquel Angel