Concierto inaugural de ArchipelEn directo desde Ginebra

Conciertos 23.04.2021

Dedicado a la creación musical desde todos los ángulos, el programa del festival, de diez días de duración, incluye instalaciones, música instrumental, electroacústica y experimental, actuaciones, sesiones de escucha, encuentros y debates. 

Tras nuestra entrevista de ayer con Marie Jeanson y Denis Schuler, nuestro reportaje sobre la trigésima edición del festival Archipel continúa ...

El concierto inaugural de la noche del viernes 16 de abril marca el tono con dos asombrosas piezas orquestales dirigidas por la directora Kanako Abe.

En el escenario de la sala MCP-grande se reunieron dos falanges, la Orquesta de Cámara de Ginebra y la Orquesta de la Haute École de Genève, junto al primer solista de la noche, la violinista búlgara Rada Hadjikostova. Alegoría de la noche siciliana Salvatore Sciarrino no es propiamente un concierto, aunque comience muy abruptamente con citas del famoso concierto para violín en mi menor de Felix Mendelssohn, que ha sido pasado por el filtro distorsionador de la memoria. La música de Mendelssohn se disuelve muy rápidamente, aplanada e irreconocible, la violinista inmoviliza su gesto en una nota sostenida en el registro agudo, mientras que de la orquesta casi silenciosa escuchamos algunas manifestaciones ruidosas de un paisaje nocturno con susurros de alas y cantos de pájaros (bisbigliandi de los vientos): música reciclada, diríamos, y escucha ecológica preconizada por nuestro compositor. También es extraña esta "cadencia de pájaro" del solista, entre el humor y la poesía, tocada en los armónicos agudos extremos del instrumento, justo antes del regreso con fuerza de las salvas instrumentales y ruidosas del concierto para concluir la pieza. El enfoque teatral está bien asumido por nuestros músicos, dirigidos por el gesto muy concentrado de Kanako Abe. Aquí, en 1h54mn:

La segunda obra del canadiense afincado en Londres Cassandra Miller nos aleja de las formas tradicionales, invitando al frente del escenario (¡pero filmado desde atrás!) al violonchelista estadounidense Charles Curtis, aficionado a la música experimental y a todo tipo de actuaciones, que volverá durante el festival, solo con su violonchelo para dos recitales. Dúo para violonchelo y gran orquesta (vientos de tres en tres) es una obra conceptual -se piensa en el genial Ives- que juega con la superposición de capas instrumentales que evolucionan en temporalidades y contextos sonoros autónomos. La del violonchelo es la más lenta y sencilla -un vaivén inmutable y muy zen de unas pocas notas- mientras que las vistosas trompas trompean una melodía popular (napolitana) cuando las cuerdas divididas añaden una y luego dos capas de sonido en un movimiento de amplificación muy jubiloso. La ruidosa vorágine hace capitular a nuestro solista. Sin embargo, volverá a tocar, pero en un contexto en el que los papeles se han invertido (es la orquesta la que se balancea) y en el que por fin podrá brillar en una especie de "cadencia" más voluble. El tiempo a veces parece alargarse, pero el proceso funciona hasta el golpe final.
Charles Curtis es ejemplar (¡ha visto otros!) y la orquesta está muy comprometida con esta arriesgada aventura en la que seguramente Kanako Abe está al mando. 

"La pantalla siempre será una pantalla", no nos engañemos, pero la música está ahí, transmitida en buenas condiciones de escucha a pesar de algunas perturbaciones en el sitio debido a interferencias ocasionales.

Michèle Tosi

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