Toda la vida, un día con Silvia Pérez Cruz

Discos 26.07.2023

Desde su debut en solitario con 11 de noviembre (2012), Silvia Pérez Cruz no ha dejado de regalarnos belleza y sensibilidad, profundidad y latido. Su creatividad indómita la empuja a a transitar por distintos géneros: flamenco, canción de autor, el folklore ibérico o latinoamericano, el jazz; mostrando con cada nuevo disco más maestría y elegancia, como si esta aclamada artista española pudiera extraer el mineral secreto de cada género que explora.

Ya lo fue así con su segundo disco Granada (2014), en colaboración con Raül Refree, con Domus (2016), que le valió el Goya a la Mejor Canción Original, y Vestida de Nit (2017).
Luego, tres años después, apareció  Farsa (género imposible) (2020), una serie de canciones escritas bajo la luz de otras disciplinas artísticas, como el teatro, el cine, la danza, la pintura, la fotografía y la poesía.
Y ahora, en pleno verano, Silvia Pérez entrega Toda una vida, un día ( Sony Music 2023), un disco poderoso, ambicioso y contundente, inspirado durante la pandemia, completado por medio mundo en el aroma del viaje y las giras; una obra que alumbrará un paso decisivo en la carrera de Silvia Pérez Cruz por la exquisita calidad que desprende.

Toda una vida, un día son veinte y una canciones estructuradas en cinco movimientos: La Flor, La Inmensidad, Mi Jardín, El Peso y El Renacimiento. La reflexión acerca de la vida y la muerte atraviesa todo el disco, cuyo eje fundamental es, de principio a fin, la idea de la transformación. Por eso, cada movimiento corresponde a una etapa de la vida, y cada etapa se expresa por una sonoridad, una composición y unas texturas concretas.

En el primer movimiento —la Infancia—, las canciones destilan luz y amabilidad, transparencia y ligereza. El segundo — la Juventud—, se adentra en la experimentación a través del autotune y los sintetizadores. El tercero —la Madurez— alude a esa etapa de reposo, de vínculos de afecto y complicidad; esa etapa de la vida en que el corazón y la cabeza parecen darse la mano para mantener el equilibrio y la serenidad. De ahí que, en este tercer movimiento, Silvia Pérez Cruz comparta dúos con músicos e intérpretes como Juan Quintero, Natalia Lafourcade, Liliana Herrero, Pepe Habichuela, Carmen Linares y Salvador Sobral. El cuarto - la Vejez -la sonoridad se envuelve en lo clásico, la vibración y el peso de la cuerda. Por último, el quinto movimiento —el Renacimiento—, se caracteriza por la presencia de la voz desnuda y la consistencia del ritmo y la percusión. Tras la esquina de la vejez (cuarto movimiento) no aparece la muerte, sino que asoma un nuevo principio. De hecho, esta concepción circular inspira la totalidad de la obra, como si nuestra compositora nos ofreciera un círculo completo (Un día), de toda una totalidad circular mayor (Toda la vida).

Primero, nos emocionamos con el juego, las palabras cálidas de piezas como "Els dracs busquen l'abril et Planetes i orenetes" (Los dragones buscan abril y Planetas y golondrinas, Mov.1). Nos emocionamos con la suavidad de las cuerdas que rozan la piel y la melodía vocal tan danzarina, que aluden a paisajes de verano, a la orilla del río, respirando aliento mediterráneo, frescura y transpiración.

En Aterrados, primera composición del Movimiento 2, nos absorben la reverberación de las voces; como la superposición de texturas acolchadas sobre la tensión de los vientos en "El poeta es un fingidor", texto del poeta Fernando Pessoa. Son melodías atrapadas en el sintetizador, como reflejos de los heterónimos del poeta portugués.

Luego, en "Salir distinto", primera canción del movimiento 3, irrumpen el flamenco, la fuerza y la poesía; El Duende, como se dice en el Sur. Juego de palmas, guitarra española del gran Pepe Habichuela, ese embrujo, esa tragedia, esa raíz, como si García Lorca estuviera danzando con Silvia Pérez Cruz en el corazón del disco. Las voces emergiendo del latido, sin interferencias, como un manantial puro y transparente.

También, de cariz muy distinto, la composición que da título al disco, Toda una vida, un día, (Movimiento 4), a dúo con la enorme Liliana Herrero, de voz arenosa y profunda; una pieza de aire religioso, casi como una ceremonia, una misa repleta de belleza y de dolor sobrio y contenido. Una expiación perfumada de incienso.

Concluyendo la obra, la canción de cuna  "El teu nom" (Tu nombre), del último movimiento, voz de terciopelo azul para culminar en el renacimiento con la pieza que cierra el disco: "Món" (Mundo), una canción en apertura, un in crescendo de ecos y teclados, atmosférico, para concluir el círculo.

Toda una vida, un día trata de recuperar el ritmo de las cosas, música alejada de la estridencia; sonoridad que busca la palabra íntima acerca de las emociones, conversando en el calor del hogar una tarde cualquiera, improvisada, con una copa de vino cerca; saboreando la tristeza serena por lo que se fue; pero, alegrándose sin euforia por la esperanza de un nuevo horizonte prometedor. Lo dijo la misma artista en una entrevista reciente:"Deseaba representar la belleza de todas las edades". Solo al terminar el disco, cuando este disco concluye, empieza a alumbrar en nuestro interior esa emoción reparadora y curativa tan cercana al vacío y a la nada.

Txema Seglers

Foto © Alex Rodemakers

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