Marion Cousin, el canto ancestral

Entrevistas 05.09.2023

Marion Cousin le atrae la fuerza telúrica del folclore, la sonoridad profunda y antigua de aquellas canciones que cantaron de nuestros ancestros. Por eso, recopila canciones tradicionales, las canta, las interpreta, las reformula con la vibración de la modernidad. Acompañándose de músicos como Gaspar Claus y Borja Flames, Marion Cousin retuerce lo tradicional para experimentar con aquel folclore que arropó el alma de culturas y pueblos. ¿Qué sería de América del Sur sin Víctor Jara, Violeta Parra, Mercedes Sosa, Yupanqui o Chavela Vargas? Un pozo vacío. Marion Cousin perpetúa la tradición al modernizarla, la coge por el cuello, la mira a los ojos y nos la ofrece en discos como Jo estava que m'abrasava (folclore balear) con Gaspar Claus, Tu Rabo Par'Abanico con el grupo Kaumwald, (folclore extremeño) y actualmente con la cantante Éloïse Decazes en un nuevo álbum de melodías portuguesas, Chants du Tras-os-Montes.

Marion, ¿cómo empezó tu aventura musical?
En 2006, mientras vivía en Barcelona. Conocí a un músico valenciano, Borja Flames, que tenía una banda instrumental llamado Belmonde, y con él formé el dúo June et Jim, un guiño a la película de Truffaut y un pequeño homenaje a June Carter. Sin embargo, tiempo después, quise retomar mis estudios en Francia. Además, tampoco veíamos muchas posibilidades de futuro en Barcelona, ya que nosotros cantábamos en francés y pensábamos que qué sentido tenía hacer eso en Barcelona.

¿Creías que en Francia comprenderían mejor vuestra propuesta?
Sí,  ya que se podría valorar el texto de las composiciones. Aunque todo eso lo pensábamos entonces; porque, ahora, yo vivo en Francia y canto en español; y Borja Flames también trabaja en Francia y canta en castellano!

Las paradojas de la vida...
Curioso, sí. En fin, que, en Barcelona, en aquella época no había muchos espacios para un género que no fuera rock.

¿Qué formación tienes, Marion?
En sentido estricto, no tengo formación musical. Empecé a tomar clases de canto cuando me adentraba en la música, aunque mi formación es teatral. Yo estudié dramaturgia y dirección escénica. La música siempre fue un sueño. De adolescente escuchaba grunge, y en los años 90 quería montar una banda grunge de chicas, pero muchos chicos no querían guitarristas mujeres en sus bandas. En el Teatro encontraba mi lugar, pero, en la música, no. Fue así hasta que conocí a Borja y me propuso montar un dúo.

 Habéis ublicado dos álbumes: Les Forts (2012) y Noche Primera (2013).
Sí, y también dos EP. Entre 2006 y 2013 fuimos bastante activos, tocando en festivales en Francia; pero casi siempre nos colocaban dentro de la canción francesa.

¿Estabais influenciados por la chanson francesa?
No, porque no compartíamos las influencias de la canción francesa. Además, éramos demasiado bizarros para amoldarnos al género musical de Brassens, Brel o Hardy. Hay una cosa más: en esa época, en Francia, había mucha desconfianza con el francés. Si cantabas en francés, te colocaban dentro de la canción francesa; pero, si no reivindicabas la herencia de la canción francesa y transitabas por espacios más raros, no te aceptaban del todo.

¿Os sentíais en un lugar incómodo?
Sí, porque no era nuestro lugar. Cuando tocábamos delante de un público afín a la canción francesa, los espectadores se desubicaban al escucharnos. Nuestra propuesta les parecía rara, austera y triste. Y quizá muchas qué cosas más. Era una época en que se rechazaba el uso del francés para la música alternativa, que parecía que debía cantarse en inglés. Aunque eso cambió entre los años 2010 y 2012, y se empezó a poner de moda componer música alternativa en francés!

¿Qué supuso conocer las colecciones Ocora por la radio nacional francesa?
Conocer esas colecciones de música tradicional nos cambió la perspectiva; aquellos etnomusicólogos que recorrían lugares remotos del mundo para grabar músicas que no fueran comerciales ni comercializadas; canciones que surgían del fondo de un pueblo, de una cultura, de un alma. Recuerdo el cambio que se produjo en nosotros al descubrir a  Violeta Parra. Alucinamos. Ese descubrimiento encaminó el segundo disco de June y Jin, Noche Primera.

¿Fue mucha su influencia
Sí, muchísima. Ella había hecho sesenta años antes, lo que nosotros queríamos hacer en aquel año. No solo nos embrujó su música, sino su actitud. Violeta viajaba con una guitarra por los pueblos para que los lugareños le enseñaran las canciones; y luego ella volvía a Santiago y grababa esas canciones para dejar huella y darlas a conocer al mundo.

Todo esto fue en 2012. ¿El descubrimiento de las grabaciones deAlan Lomax en los años 50 tuvo una influencia similar a la de Violeta Parra?
Sí. Él fue conocido por haber hecho las primeras grabaciones de blues en los pueblos de Estados Unidos en los años 70, el primero que metió un magnetófono gigantesco en el maletero de un coche para recorrer EEUU y grabar a los bluesmans de los pueblos. Como Alan era comunista y existía la caza de brujas contra los comunistas, Alan emigró a Europa. De los cinco años que pasó en el viejo continente, tres años estuvo en España grabando todo tipo de folklore: en Asturias, Extremadura, Valencia, Andalucía, etc.

Y de esa aproximación a lo folclórico surge en 2016  Jo estava que m'abrasava
Sí, sobre el repertorio folclórico de las Islas Baleares, con Gaspar Claus.

En 2021 publicaste con el nombre de Catalina Matorral, otra vez con Borja Flames.
Sí, son canciones que empezamos en 2014 en Menorca y que terminamos en 2020 en Borgoña.

¿Qué criterios usas para elegir las canciones de un repertorio tradicional?
Como no lo hago desde un punto de vista científico, elijo aquellas canciones que me apetece cantar por su melodía y texto. Del universo folclórico, me atraen las historias violentas contra las mujeres, como si con ello pudiera protestar contra la violencia que todavía hoy se ejerce contra la mujer. Tengo tendencia a lo trágico, creo. También, descarto las nanas, ya que me parece muy fácil emocionar a partir de las nanas, e intento alejarme de ese recurso.

¿Qué has aprendido de la relación entre la música tradicional y la música contemporánea?
Que la música tradicional es contemporánea, porque sigue activa en muchos países. En Francia subsiste en algunas regiones, aunque, en otros países, casi ha sido desterrada y reducida a la nada. Con Kaumwald, el dúo con el que he trabajado sobre as canciones de los romances de Extremadura, trabajo con Ernest Bergez. Él trabaja con música tradicional y compone las canciones con elementos melódicos y textuales de la música tradicional. Por lo tanto, la música tradicional sigue y se perpetúa, y no se da diferencia entre modernidad y tradición, entre pasado y futuro. A veces se utilizan parámetros para definir la música, pero, yo creo que, en realidad, no hay diferencia. Algunos discos demuestran que estos romances se pueden tocar con instrumentos barrocos, o antiguos, como Jordi Savall, por ejemplo. O incluso moldearlos con la electrónica, con el fondo del folk de los sesenta norteamericanos.

¿Te refieres a como la música tradicional se perpetúa en el tiempo?
Sí. Cuando encontré el repertorio tradicional estaba obsesionada con la pureza, con la idea de volver a la fuente original. Existen las canciones de María del Mar Bonety las canciones de Lomax de los años cincuenta. Pero, llega un punto, donde no se puede ir más allá, porque la música tradicional no se escribía. Esas melodías, ese fondo musical, se transforma. María del Mar Bonet lo elabora influenciada por el folk inglés, por ejemplo. Si quisiéramos llegar al origen de estas músicas tradicionales, sería fijar este folclore en el tiempo. Y a mí me interesa que estas músicas sigan existiendo y se transformen y que nunca se fijen.

¿Cómo fue el trabajo con Gaspar Claus ?
No nos conocíamos. aunque yo conocía su trabajo. Fui a un concierto suyo y le propuse trabajar juntos. Hicimos una prueba y él improvisó con el chello, durante 15 minutos; y al instante supimos que debíamos crear música juntos. Cerramos una semana de estudio y nos pusimos a trabajar en estas canciones, sin ensayar previamente. Yo le cantaba la canción, le resumía la letra y él buscaba la sonoridad adecuada. Luego grabábamos la canción.

¿Y repetiste este proceder con Kaumwald?
Similar. Con Kaumwald (Ernet Bergez y Clément Vercelletto), estudio por dos semanas y grabamos una canción por día. Ellos montaban su electrónica, buscaban sonoridades y hacíamos tomas. Fue muy duro para mí, me sentí muy frágil porque estaba todo el día cantando y mi voz se resentía.

Por último, cuéntame de tu relación y trabajo con Eloïse Decazes.
El disco ya está grabado y mezclado. Ahora estamos negociando con sellos discográficos. Busqué el repertorio polifónico de Trás-os-Montes, província del norte de Portugal. Quería trabajar ese con otra mujer para trabajar las melodías en una misma tesitura. También, hay otra razón. Después de trabajar con hombres, me apetecía tocar instrumentos y romper la dicotomía cantante mujer-instrumentista. Quería corromper ese formato y no ser la única cantante. De hecho, me gusta que nos confundan a los dos, romper el esquema de que las cantantes tenemos que ser únicas. Me apetecía no ser única, saber que no estamos en competencia, que está bien que nos confundan, ya que crea un terreno de juego muy interesante.

Entrevista realizada por Txema Seglers

Foto © Borja Flames

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