Alan T., un golpe en la mesa de Pierre Jodlowski

Conciertos 26.06.2022

A caballo entre el teatro y la ópera de cámara, Alan T ., de Pierre Jodlowski, se representa en el escenario de la Cité de la Musique de París como estreno parisino durante el festival Manifeste.

La ira le invadió cuando en 2013 el compositor leyó en el diario Le Monde que la Corona británica acababa de conceder el indulto a Alan Turing (al que probablemente había llevado al suicidio), casi setenta años después de la muerte del hombre al que debemos el ordenador, un matemático y criptógrafo de genio que prestó preciosos servicios a su país durante la guerra al descifrar el secreto de los mensajes codificados en Enigma. Jodlowski retoma este extraordinario destino y da pie a reflexionar sobre la homofobia, el lugar de la máquina en nuestras sociedades y el de la Inteligencia Artificial, temas aún de actualidad que recorren esta propuesta audiovisual siguiendo el concepto de "música activa" que reivindica el artista, en conexión con la realidad social de nuestro tiempo.

La instalación escénica, de Claire Saint Blancat, muestra la "máquina de Turing" (teclado gigante y pantalla de ordenador) a través de un dispositivo tan ingenioso como finamente concebido. En primer plano, los cinco instrumentistas (flauta baja, violín, clarinete bajo, guitarra eléctrica y trombón), los del Nadar Ensemble, una falange belga cuyo compromiso es total. Están sentados frente a unos paneles con líneas verticales negras que recuerdan a los códigos de barras, detrás de los cuales podemos ver un interior (carpintería y una biblioteca de los años 50), la casa de Alan Turing. Este último, magníficamente interpretado por el actor alemán Thomas Hauser, aparecerá en la pantalla sobre el escenario, filmado en directo por dos videógrafos bien escondidos. Se sienta en un sillón y habla por una especie de dictáfono, contando su infancia, evocando recuerdos con su madre y reflexionando sobre su trabajo como matemático. El texto (libreto) en alemán fue escrito por el dramaturgo Frank Witzel (nacido en 1955) a petición de Pierre Jodlowski, y las palabras son transmitidas también por la voz de la soprano polaca Joanna Freszel, que habla, canta y a veces eructa. Toma prestado el alemán, el inglés y el polaco (Turing colaboró con equipos polacos) en función del tema. La cantante del vestido rojo es polifacética, cruzando los dos espacios, vinculada al papel protagonista (su madre, su hermana...) cuando aparece en la pantalla, y cerca de los músicos, durante las secuencias puramente sonoras donde la voz potente y flexible se une a los timbres instrumentales.

El espectáculo ya ha comenzado cuando el público se instala en la sala: música de zumbidos y un vídeo que proyecta imágenes de una pantalla de ordenador de los años 70 (la de la película Alien) donde se telegrafía información sobre la vida y las investigaciones del matemático homosexual al que las autoridades británicas van a obligar, unos años antes de su (presunto) suicidio, a someterse a una castración química que le destruirá. Es la música y su ritmo sostenido lo que nos lleva a la acción.
La parte instrumental está amplificada, espacializada y procesada en directo, manteniendo la discontinuidad, los bordes afilados, la distorsión de los timbres y los choques rítmicos: la expresión de una violencia que habita en el espectáculo y que los instrumentos y la flamante voz de Joanna Freszel, potenciada por la electrónica, llevan a cotas de intensidad. Pero los instrumentistas no se limitan a tocar sus instrumentos. También se encargan de animar los paneles que les rodean mediante un teclado de ordenador y una partitura "codificada". Sus avatares (ocho para cada uno) aparecen en medallones y son activados por un programa desarrollado por el compositor con la ayuda de Thomas Goepfer, otro héroe de la informática que trabaja en el mundo subterráneo del Ircam: en sincronía con el sonido, estas figuras grotescas, un flujo de formas suaves y malhumoradas (los globos oculares son poco tranquilizadores), desfilan por encima de sus cabezas en contrapunto con el discurso del matemático. El tema de la morfogénesis que tanto apasionaba a Turing (lo experimentó en su propio cuerpo) se plasma también en los tratamientos/transformaciones de la voz hablada.
En la versión de Witzel/Jodlowski, y no sin humor, es la máquina y su voz robótica casi benévola la que interroga al hombre que la diseñó, preocupándose por el futuro del cerebro humano... una interpretación invertida del famoso test de Turing que inició los trabajos sobre la Inteligencia Artificial. 

Durante una hora y media, nos vemos atrapados por la avalancha de información y la complejidad de la lectura buscada por un compositor (diseñador y director) que multiplica las capas visuales y auditivas, jugando virtuosamente con la ambigüedad de la naturaleza de las cosas para meternos mejor en la cabeza múltiple del personaje.

El juego de avatares cesa para dar paso a la máscara de la muerte de Alan Turing, que se exhibe en el centro del decorado en un quinto y último acto que congela al personaje en su posición de víctima de los prejuicios de la sociedad. Muere a los 41 años: la autopsia concluye que se suicidó por envenenamiento con cianuro...

Michèle Tosi

Festival Manifeste-Ircam, Cité de la Musique, París, 22-06-2022
Pierre Jodlowski (nacido en 1971) : Alan T., espectáculo interdisciplinar para cantante, actor, cinco músicos y dispositivo audiovisual, sobre un libreto de Frank Witzel; concepción, dirección, música, Pierre Jodlowski; Claire Saint-Blancat, escenógrafa; Martina Stütz, dramaturgia; Kamil Keska, sonido; Yann Philippe y Matthieu Guillin, cámaras en directo; Thomas Hauser, actor; Joanna Freszel, soprano; Nadar Ensemble: Winnie Huang, violín; Katrien Gaelens, flauta; Dries Tack, clarinete; Kobe Van Cauwenberghe, guitarra; Thomas Moore, trombón; Thomas Goepfer, producción musical por ordenador del Ircam; Manuel Poletti, electrónica del Ircam.

Fotos © Grzesizk Mart



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